No cabe duda de que en estos últimos años las procesiones están tomando un
gran auge en Alcalá, no sólo las de Semana Santa sino también las que dentro
del mundillo cofrade se denominan de gloria, es decir, todas las demás.
Así, mientras que hace menos de una década se recuperaba la desaparecida
procesión de la Virgen
del Carmen y, más recientemente, la de san Bartolomé y la infantil de la Cruz de Mayo, este mismo año
nos hemos encontrado con varias novedades de calibre: la conmemoración de la
reversión de las reliquias de los Santos Niños en 1568, la nueva procesión de
san Isidro y la potenciación de la del Corpus, que incluyó por vez primera,
además de la custodia, los pasos de los Santos Niños y san Diego de Alcalá.
Esto hace un total, según mis cálculos, de 16 procesiones anuales de gloria,
más otras quince de Semana Santa, lo que ciertamente no está nada mal.
A la espera del asentamiento en años sucesivos de estas novedades, la
pregunta que surge es la siguiente: ¿hay posibilidades de que se sigan creando
nuevas procesiones -ahora mismo no recuerdo que haya que recuperar ninguna,
salvo remontándonos a siglos atrás- o bien que se potencien las ya existentes?
La respuesta depende, lógicamente, de la capacidad de especulación de cada
uno dado que, a diferencia de las procesiones de Semana Santa, en las
procesiones de gloria no es tan necesaria la existencia previa de una cofradía,
hermandad o asociación, que se haga cargo de las mismas, aunque esta existencia,
evidentemente, ayuda. De hecho, hay procesiones organizadas directamente por
las parroquias, y otras lo son incluso por entidades laicas tales como algunas
casas regionales. Así pues, en principio las posibilidades son mayores.
El problema para realizar un análisis de este tema estriba en que
desconozco por completo lo que se pueda estar cociendo actualmente por estos
ámbitos -para mí fueron unas sorpresas totales tanto la procesión de san Isidro
como el nuevo formato de la del Corpus-, razón por la no hablaré de lo probable
sino más bien de lo deseable, siempre claro está desde mi particular punto de
vista.
Comienzo retomando una propuesta que hice hace ya bastantes años en mi
columna de Puerta de Madrid: sería
muy positivo convertir la procesión de los Santos Niños en una romería similar
a la de la Virgen
del Val. En concreto, yo sugería que el trayecto de ésta comprendiera desde la Magistral hasta la
ermita del Juncal, a la ida, y el recorrido inverso a la vuelta, permaneciendo
las imágenes en la ermita durante su festividad. El problema estriba en que
hace algunos años fue derribada esta ermita por alzarse sobre el yacimiento
arqueológico de la basílica romana, por lo cual en la actualidad no sería
posible esta iniciativa.
Claro está que la solución pasaría, lógicamente, por la construcción de una
nueva ermita en un lugar cercano, a la par que inocuo desde el punto de vista
arqueológico, propuesta que también hice en su momento. Aunque nada se perdió,
desde el punto de vista del patrimonio, con el derribo de la antigua ermita al
tratarse de un pequeño edificio de los años sesenta de nulo valor artístico, sí
resultaría muy importante resaltar la importancia de ese emplazamiento para la
historia de Alcalá, puesto que allí fueron juzgados -y probablemente
ejecutados- los dos hermanos mártires, un acontecimiento que vendría a marcar
de forma trascendental la evolución histórica de nuestra ciudad.
Así pues, insisto en la conveniencia de edificar una nueva ermita
consagrada a los Santos Niños en la zona del Juncal y, una vez que ésta fuera
realidad, en la potenciación de la procesión de los Santos Niños dejándola a la
misma altura que la de la otra patrona complutense, la Virgen del Val. Y por
supuesto, sería muy positivo que se reconstituyera la hermandad, desaparecida
en los años setenta a la vez que tristemente abortado su intento de
recuperación durante los años de gobierno del anterior obispo.
Y de los Santos Niños, a san Diego. Pese a que el santo franciscano nunca
fue formalmente patrono de Alcalá, su culto ha estado tan vinculado a nuestra
ciudad durante siglos que resulta de todo punto ilógico descubrir que no se
celebra su procesión pese a que en los últimos años se ha potenciado
considerablemente la celebración de su fiesta. De hecho, la única vez que yo
recuerde que haya salido a la calle la imagen que se conserva en la Magistral -aunque
existen varias más repartidas por diferentes templos de la ciudad- fue durante
la pasada procesión del Corpus de este mismo año, acompañando a la custodia y a
las imágenes de los Santos Niños.
A diferencia del caso anterior, donde encuentro realmente complicada la
materialización de mi doble propuesta, al menos a corto o medio plazo, aquí
sería muy sencillo organizar una procesión con la imagen del santo por las calles
del centro de la ciudad, quizá hasta la plaza de la Universidad donde,
como es sabido, se alzó hasta mediados del siglo XIX el convento donde san
Diego vivió y murió. Asimismo, puesto que la celebración de su fiesta tiene
lugar el 11 de noviembre, se cubriría con ella una época del año en la que no
hay procesiones, dado que desde la de la Virgen del Val en septiembre no volvemos a ver en
la calle ninguna otra imagen religiosa hasta la bendición de los animales el
día de san Antón, a mediados de enero.
Una vez comentados estos dos casos, tan sólo nos queda especular. Así, por
ejemplo, se me ocurre una posible procesión de Santiago Apóstol partiendo de la
parroquia homónima, la cual conserva desde hace años una imagen del santo titular.
Aunque la actual parroquia es reciente -data de los años sesenta, pero el
edificio del templo no se construyó hasta una década más tarde-, ésta retoma la
tradición de la parroquia homónima que fuera fundada por Cisneros a principios
del siglo XVI, cuya iglesia, situada en la confluencia de las calles Santiago y
Diego de Torres y desacralizada desde tiempo atrás, fue derribada a mediados de
los años sesenta. Por ello esta procesión sería una bonita manera de entroncar
el pasado con el presente, y quizá su recorrido pudiera discurrir entre la
parroquia actual y el lugar donde se alzara su predecesora.
Sería asimismo interesante que las demás parroquias de los barrios
celebraran también las procesiones de sus correspondientes titulares por las
calles de sus respectivas circunscripciones, aunque existe el problema de que
algunas de ellas, por sorprendente que parezca, carecen de imágenes de los
mismos. Esto se debe a la herencia de una interpretación rigurosa y cuasi
iconoclasta de las recomendaciones del concilio Vaticano II, merced a la cual
los templos construidos a partir de la década de los sesenta, en muchas
ocasiones, no sólo estaban casi desprovistos de imágenes, sino que además, por
lo general, las pocas que había solían ser de un estilo “moderno” realmente
deplorable desde el punto de vista artístico. Por fortuna las aguas parecen
estar volviendo poco a poco a sus cauces, razón por la cual algunas parroquias
modernas, tales como la de San Bartolomé o la de Santiago, acabarían
adquiriendo imágenes de estilo más tradicional.
Por último, queda por reseñar que tanto en las parroquias del centro de la
ciudad como en el resto de las iglesias que en él existen podemos encontrar
numerosas imágenes de diversos santos y Vírgenes que, ni salen en procesión ni,
por lo que yo sé, nunca lo han hecho. Evidentemente, que alguna de ellas lo pueda
hacer en un futuro depende fundamentalmente de que surja una iniciativa en tal
sentido, por lo que no puedo aventurar nada al respecto.
Como mucho, puedo indicar que en el convento de las Agustinas se conserva
una imagen de santo Tomás de Villanueva, uno de tantos santos vinculados a
Alcalá y cuyo culto quizá mereciera la pena promover, algo en lo que podrían
implicarse los alcalaínos de origen manchego -santo Tomás lo era- tal como en
su día lo hicieron los andaluces con las Vírgenes de la Cabeza y del Rocío.
José Carlos Canalda
José Carlos Canalda
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