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martes, 4 de noviembre de 2014

Y Alcala, ¿Cuándo con el pregón?

Titulares recientes de los primeros pregoneros que se están nombrando para la Semana Santa de 2015
en diversos puntos de la geografía española.

     Cierto es que aún quedan 105 días para que llegue doña Cuaresma, y cierto es también que cada localidad es libre de elegir a su pregonero cómo y cuando quiera, pero el problema es que Alcalá ha llegado al punto en el que ser pregonero empieza a parecer más bien un obsequio que hacen quienes acaparan dicha decisión a aquellos que creen que lo merecen, como si de una medalla se tratara más que del cargo y función que debería tener, lo cual ha hecho verse a gente pregonero sin las nociones y vivencias mínimas, ni mucho menos conocimiento alguno en cuanto a lo que la forma pregón se refiere.

     Con esto no pretendo desprestigiar los pregones ya celebrados, ni los motivos por los cuales han sido elegido los pregoneros, sino dejar constancia de que hay alternativas y mejoras en cuanto a su realización, y que por lo tanto, la decadente cifra de asistencia a este acto en nuestra ciudad ─que este año alcanzó su punto más bajo─ puede estar directamente relacionada con el rechazo del colectivo cofrade complutense y la falta de identificación y vinculación con la Semana Santa que se vive y se ha vivido desde niños. 

     La propuesta no se reduce a copiar, ni mucho menos a seguir modas, sino más bien de remodelar lo que hasta hoy tenemos y estar abiertos a analizar lo que hay fuera ─y con fuera no me limito al sur─ incorporando aquello que necesite este acto y que esté acorde al ámbito y contexto cofrade de nuestra ciudad, dándole siempre nuestra impronta alcalaína, puesto que en esto no está todo inventado, y siempre hay hueco para la innovación.

     Alcalá es una ciudad que lleva por bandera su lema de que de la lengua y la cultura es gloria, sin embargo, no hacemos alarde de esto en el Pregón de nuestra Semana Mayor. Y teniendo en cuenta la cantidad de recursos que tenemos sería un buen comienzo el uso de ellos para enriquecer el arte de pregonar en nuestra tierra.
Sin embargo, no vamos a debatir ahora sobre el edificio donde debería o no hacerse el pregón, ni si alguna banda debería jugar algún papel en él, ni mucho menos la fecha de su realización ─aunque estos son puntos que también deberían tratarse─ porque lo que más preocupa y tira por tierra la asistencia al pregón es que hemos caído en tal desilusión que relacionamos año tras año el evento con una autentica conferencia que no logra identificar las vivencias cofrades, que es en lo que se ha convertido. 

     Por eso, lo principal para darle la importancia que debería tener y que ahora sospecho que en verdad nunca ha tenido, es elegir a alguien que verdaderamente haya jugado y juegue un importante papel en nuestra Semana Santa ─no necesariamente desde el interior de una Junta de Gobierno─, alguien que viva activamente la vida cofrade, alguien que tenga algo que contar, que no se lo invente ni rellene hojas y hojas dando rodeos continuos sobre definiciones e historia, en definitiva, alguien con quien los cofrades nos identifiquemos cuando esté declamando sus sentimientos, y que sea elegido de una manera justa y merecida por aquellos que tengan que hacerlo teniendo siempre presente lo que hacen y para qué lo hacen.
Probablemente vaya siendo ya hora de condecorar a aquellos que llevan trabajando toda su vida para nuestra Semana de Gloria, por encima de aquellos que durante unos cuantos años se limitan a hacer acto de presencia en los eventos más significativos y de cara a ciertos medios, descuidando siempre su asistencia a Misas Mayores, Quinarios, Triduos o Novenas, Conciertos, o actos benéficos.

     Cualquier noticia sobre el pregón, tanto en los blogs cofrades de nuestra ciudad como del Diario de Alcalá, por ejemplo, están plagadas de propuestas populares que se ignoran, pasando por alto que verdaderamente ellos son los cofrades cotidianos quienes forman la vida dentro de la Semana Santa, y que sin ellos los pasos no andarían, las cruces de guías no se alzarían, y el incienso ni olería. 

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